domingo, octubre 08, 2006

El otro lado


Si me siento en el embarcadero de Cais do Sodré y entreabro los ojos veo la otra orilla del río, pequeña, que se dibuja tímida entre la neblina. Allá, al otro lado, la vida late sin que yo la sienta. Las ciudades se suceden, una tras otra, como si formaran parte de un collar de perlas, aunque desde esta orilla no las imaginemos tan valiosas.
Pero en realidad lo son, y esconden tesoros que desde esta orilla de ojos entreabiertos no podemos ver. El río es mucho más que Lisboa, es el nexo que debería unir en lugar de separar, por eso me fascinan los catamaranes, aquí llamados Cacilheiros, ya que originalmente atracaban en el puerto de Cacilhas, una de las perlas...
Pero no es allí donde esta vez me lleva mi barco, sino a Seixal, una pequeña ciudad junto a uno de los brazos del Tajo, pequeñas bahías que se forman en su magnífico estuario. A primera vista Seixal puede parecer sin interés pero quizás es porque venimos llenos del ruido de Lisboa, del metro, de las prisas, de todas las palabras juntas y enmarañadas, por eso quizás el silencio de Seixal se nos hace ajeno.
Pero después nos acostumbramos a sus calles semivacías, a las casa bajas, a las flores en la calle y la ropa blanca en las ventanas, sólo después sonreímos ante las amabilidad del dueño del restaurante o del empleado del café. Estamos en la otra orilla, y todo parece tan distinto...