viernes, octubre 20, 2006

Hambre

Hace días que llueve sobre Lisboa, sobre todo por la mañana y en la noche, cuando voy a dormir o me despierto siempre me arrulla el sonido de las gruesas gotas golpeando el cristal. A veces se despierta el viento y tiembla hasta mi ordenador, a veces tiemblo yo, como ahora, ahora que acabo de leer una crónica magnífica de Juan José Millás en el país y que aquí reproduzco:


A veces imagino un pulmón que fuera la suma de todos los pulmones, un corazón que fuera la suma de todos los corazones, un hígado que fuera la suma de todos los hígados, un hombre que fuera la suma de todos los hombres y una mujer que fuera la suma de todas las mujeres. Sólo habría en el mundo un hombre y una mujer, pero tendrían un tamaño enorme. Y habría un solo perro, pero un perro gigantesco también, pues provendría de la adición de todos los perros. Y un solo gato, desde luego, y un solo gorrión, pero estamos hablando de un gorrión con un tamaño colosal, imagínenselo. En buena lógica, habría también una sola bacteria, un único virus, una sola rosa, sólo un clavel, una espina nada más, una lágrima...

Ahora mismo, al tiempo que usted respira, están respirando miles de millones de seres humanos en todo el mundo. Muchos toman y arrojan el aire en el mismo momento en el que lo toma y lo arroja usted. Los pulmones de unos y de otros son básicamente idénticos, quizá, en alguna medida difícil de entender, aunque fácil de intuir, sean el mismo. La idea de que todos respiramos con el mismo pulmón es a la vez estimulante e inquietante, como la de que hubiera un solo estómago para el conjunto de la humanidad. ¿Cómo nos las arreglaríamos en este caso? No es tan difícil de imaginar. Las abejas, sin ir más lejos, disponen de un estómago social, además del propio, en el que guardan la miel comunitaria. Supongamos que tuviéramos que compartir el intestino grueso, el bazo, el páncreas, los riñones, el útero, los ojos, la lengua...

Supongamos que tuviéramos que compartir la Tierra, que tuviéramos que compartir la atmósfera. Imaginemos que hubiera una sola biosfera para todos. De hecho, hay una sola Tierra, una sola atmósfera, una sola biosfera, lo que es tan espectacular como disponer de un solo estómago, de un solo corazón, de una sola lengua, de un ojo único, un abdomen indiferenciado. Parece terrorífico, sí, pero resulta fantástico también que todos los cuerpos sean el mismo cuerpo, que todos los seres humanos seamos el mismo ser humano. Ahora tendríamos que deducir que el hambre de aquéllos es la nuestra, pero la imaginación no nos da para tanto.

2 Comments:

Blogger almena said...

Espléndida crónica. He sido capaz de imaginarlo.
Quién sabe. Quizá sea así. Quizá no seamos más que partículas de un sólo cuerpo. Partículas ignorantes que, sin saber que se autodañan, van por la vida sin considerar las necesidades del resto de partículas que nos permiten vivir.

Un fuerte abrazo para ti

11:58 a. m.  
Blogger Jorge García Torrego said...

Que bueno, tengo ese recorte puesto en mi pared...Muchas gracias

11:26 a. m.  

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