A cuatro manos
Supongo que todas las Fnacs del mundo tienen el mismo aspecto, pero la de Lisboa es un poquito más especial. Comienza por estar situada en la planta baja de un centro comercial que anteriormente era el Hotel Universal, en el corazón del Chiado, barrio cultural y bohemio por excelencia. Desde el foro, el lugar donde se realizan las presentaciones, conciertos, exposiciones, etc. se observa la ciudad a través de unos grandes ventanales, que aún conservan su antiguo trazado.
Hoy se daban cita allí dos grandes compositores y pianistas portugueses: Bernardo Sassetti y Mario Laginha, con motivo de la presentación de su nuevo disco conjunto a cuatro manos. Y ciertamente, a cuatro manos nos han desvendado su trayectoria musical, en una conversación amena y cómplice con el público. Son hombres de la música y por eso, entre palabras y confesiones, han interpretado algunas piezas e improvisaciones. Bernardo, alto y tímido, se inclina sobre el piano y sus manos revolotean entre las teclas como mariposas inquietas. Mario, en cambio, es más pasional, casi podemos sentir la fuerza que emana de todo su cuerpo cuando interpreta.
Como broche final, una pieza a cuatro manos, con la complicidad de quien conoce y respeta los gestos del otro; una auténtica delicia para este atardecer primaveral en Lisboa.
Fotografía: al piano, Bernardo Sassetti; escuchando, Mario Laginha. (la foto es un poco borrosa, pero es que he de confesar que me temblaba la mano)
Hoy se daban cita allí dos grandes compositores y pianistas portugueses: Bernardo Sassetti y Mario Laginha, con motivo de la presentación de su nuevo disco conjunto a cuatro manos. Y ciertamente, a cuatro manos nos han desvendado su trayectoria musical, en una conversación amena y cómplice con el público. Son hombres de la música y por eso, entre palabras y confesiones, han interpretado algunas piezas e improvisaciones. Bernardo, alto y tímido, se inclina sobre el piano y sus manos revolotean entre las teclas como mariposas inquietas. Mario, en cambio, es más pasional, casi podemos sentir la fuerza que emana de todo su cuerpo cuando interpreta.
Como broche final, una pieza a cuatro manos, con la complicidad de quien conoce y respeta los gestos del otro; una auténtica delicia para este atardecer primaveral en Lisboa.
Fotografía: al piano, Bernardo Sassetti; escuchando, Mario Laginha. (la foto es un poco borrosa, pero es que he de confesar que me temblaba la mano)
4 Comments:
No hay duda niña, las hadas te han concedido un don...tu pluma es mágica...BRAVO
Sólo cuento lo que veo ;)
un beso
M.
cómo me gusta perderme por Fnac
besito!
Querida Almena,
A mí también me encanta...lo peor es resistirme y no llevarme la mitad de la tienda ;)
un beso
M.
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