Los primeros pasos
Venía en el metro pensando en las primeras palabras para inaugurar este nuevo espacio. Venía pensando en la ciudad, si debería hablar de mi lugar favorito, del primer rincón que visité o de aquellos que me sirven de refugio. Sentada en el metro, mientras esperaba mi parada, observaba a las personas: la señora de los ojos claros, el niño de las manos oscuras, la chica de la falda rosa o aquella otra llena de pulseras negras. Al final el metro es un reflejo de la realidad, de la ciudad que discurre sobre él, una imagen quizás aún mucho más real.
Porque las ciudades no son sólo las piedras de sus calles, los monumentos que primero encontramos en los mapas y después fotografiamos. No son las placas de los nombres de las calles ni las estatuas inmóviles en los jardines. Son sobre todo la ropa extendida en los balcones, las voces, el murmullo de las palomas, los pasos del cartero...
La primera vez que vi Lisboa me pareció haber encontrado la ciudad en la que se puede ser cualquier cosa, en la que todas las ventanas están abiertas y todas dan al río. Me gustaba subir hasta el mirador de Sta. Lucia y desde allí observar las antenas de televisión sobre los tejados de Alfama. Me quedaba callada, quieta, mirando el río como si estuviera en la proa de un barco y en ese momento llegaba la libertad, o por lo menos el sentimiento de creerme libre. La ciudad me parecía entonces, como ahora, el comienzo de todo, el lugar desde dónde se puede empezar de nuevo, como si fuese apenas uno de tantos puertos dentro de un largo viaje. Es bueno saber que en cualquier momento podemos volver a partir.
Cuando vivía en Alfama subía hasta el mirador para leer. Casi nunca lo conseguía, me refiero a leer, porque me distraía con las personas que pasaban, con los turistas perdidos, con los enamorados que se besaban en la tarde. Pero es que en el fondo lo de leer era una excusa, iba allí para ver la ciudad, para vivir la ciudad... aunque ahora sé que en realidad es la ciudad la que vive dentro de nosotros...
Fotografía: Miradouro de Sta. Luzia
7 Comments:
Querida María, antes que nada muchas felicidades por tu nuevo espacio, es precioso.
Me he puesto muy contenta de saber que a través de ti conoceré una ciudad de un país tan hermoso como es Portugal. No conozco Lisboa, y muero de ganas de hacerlo, ahora lo haré a través de tu mirada. Muchas gracias, Casulos de Lisboa será mi parada diaria (no olvidaré traer mi cafecito para disfrutar la lectura aun más).
Abrazos muchos.
Querida Magda, me alegra mucho tenerte por aquí...
Siempre he pensado que existen mil Lisboas, dependiendo de los ojos con los que la miran. Espero que un día veas la tuya y que ese cafecito nos lo tomemos juntas.
un beso enorme
M.
Casulos de Lisboa son flores y sonidos, luces y fulgurancias, bellezas dulces.
besos.
PA
me gustaria que a traves de tus letras nos dibujaras Portugal. te seguire leyendo
saludos
robert
Querido Paulinho,
Estos casulos son sólo el reflejo de las fulgurancias que reflejan cada una de tus palabras.
un besito desde aquí.
A.
Gracias Roberto, vuelve siempre, y bueno...intentaré hacer esos dibujos.
un beso
M.
las ciudades siempre se descubren de una mano tierna y generosa
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